Último tango en Qatar

Klose, Klose otra vez, Ballack, Jancker, luego Klose otra vez, Linke, Bierhoff y Schneider. Sapporo, Japón, 1° de junio de 2002. Alemania vs. Arabia Saudita, 8 a 0, el recuerdo explotó simultáneamente en la mente de tantos años adictos al fútbol, ​​ayer 22 de noviembre de 2022, alrededor de la una de la tarde (hora Italia).

Ha resurgido del olvido, donde era justo que descansara, a modo de aviso justo cuando la Argentina de Messi estaba siendo reensamblada por los 'Hijos del Desierto', tras haber masticado lo suficiente en una primera parte que terminó en ventaja, pero con la mínima, un desperdicio.
No estalló enseguida, porque antes de segar víctimas se anunció con un tic tac siniestro, compuesto por VAR y goles anulados por el infernal fuera de juego semiautomático, que ni siquiera era el despertador del cocodrilo del Capitán Garfio (en este caso, Dustin Hoffman ¿y quién más?), mostrando en el campo que ha resurgido no por casualidad, sino con la clara intención de darnos un portazo en la cara que han pasado veinte años desde aquel día en que hemos envejecido y el fútbol ha cambiado mucho. Probablemente para peor.
La niebla del recuerdo no es más que la reverberación natural del reloj de arena volcado, porque con toda sinceridad más allá de los saltos mortales de Miro y que las (pelotas) futuristas Adidas Fevernova se estrellaron ocho veces por detrás del desconocido portero saudí, el mal juego pasó casi desapercibido para los ojos distraídos de los italianos lidiando con el almuerzo del sábado.
Solo un gran aburrimiento y la certeza absoluta, muy firme, resurge en mi mente de que ese tipo de selección nacional allí, en la Copa del Mundo, iba y siempre iría allí para completar el número.
Los miré con compasión, porque esos pobres futbolistas nunca podrían haber perseguido el verdadero sueño de ganar una copa así, y en cambio tenemos que hacer un mea culpa: los hijos del viento pero sobre todo los nietos de Al-Owairan, hoy escriben una página que quedará para la memoria imperecedera grabada en el gran libro del fútbol, ​​desesperando a la Argentina del Dios de la Tierra y poniendo en crisis también las certezas cortesanas del dogma maradoniano.
Todo es posible cuando tienes a Dios en el campo y D10S te observa desde el cielo... absurdamente incluso perdiendo ante Arabia Saudita.
(Dario Gallitelli - Periodista italiano y amigo de PaloyGol)