"Perdón maestro, por tanto olvido"

Con muchos años menos, tuve el lujo de conocer a un verdadero maestro de la vida, ese que "educó" a Diego dentro de una cancha pero también le hacía de padre y aconsejaba al Diez fuera de todo vicio, lejos de los flashes y la fama que vendría después.

En 2007, me encontré con él en Buenos Aires, en el barrio de Congreso y compartí una tarde noche genial, inolvidable y aprendiendo de un hombre que me hizo poner piel de gallina cada palabra, cada recuerdo que tenía que ver con El Diego. Nunca fui con la intención de hacerle una nota, solo a escuchar y conocer a alguien tan pero tan cercano al mejor jugador de todos los tiempos. Incluso de aquel encuentro muchas cosas no quedaron grabadas más allá de mis oídos.

Francis Cornejo nunca necesitó cámaras, no se aprovechó de Maradona, solo lo ayudó a crecer como si fuera un hijo más. Fue su entrenador en Los Cebollitas, aquella categoría de chicos de Argentinos Juniors, donde el "Pelusa" empezó a demostrar lo que podía hacer con la pelota.

En ese momento armé la nota para Diario Castellanos y titulé: "La amnesia de D10s", hoy me arrepiento de ese título, porque si bien quise contar cómo Diego no tenía relación hacía varios años con Francis, después entendí todas las cosas que pasaron en el medio y lo difícil y casi imposible que fue para Maradona volver a ser El Pelusa de Villa Fiorito: ya era Maradona.

Diego me tapó la boca cuando presentó su libro y uno de ellos fue dedicado a Francis, al que reconoció con una de sus tantas frases para el recuerdo: "Perdón maestro, por tanto olvido".

2007, Barrio de Congreso (Buenos Aires), allí pasé un gran momento con Francis (y Diego).

En aquella charla en Buenos Aires, supe que tenía que preguntarle sobre la personalidad de Diego pero Francis atinó a reservarse la respuesta. Solo quiso quedarse con el recuerdo de ese Cebollita que robaba aplausos en una cancha de fútbol y me dijo una gran frase: "Si Diego va a una fiesta vestido de blanco, le tiran una pelota embarrada y la para con el pecho", lo describió, pintando de cuerpo entero ese amor que el mejor jugador de los tiempo le profesaba a la pelota.